Luis Larrea
Se dice que un pueblo que no conoce su historia está condenado a cometer los mismos errores. Por otro lado el proceso electoral en el Perú nos presenta un contradicho… el abuso y la sobredosis de la historia confunde a un pueblo al momento de elegir su futuro. Hoy más que nunca se habla a cada minuto de los pasados dictatoriales y corruptos de la candidata Fujimori, de las fuentes de financiamiento de sus estudios, así también de los errores y no tan claras relaciones del candidato PPK.
Si bien es cierto es importante la trayectoria de candidatos y candidatas, sobre todo cuando casi un tercio de la totalidad de votantes tienen menos de 30 años de edad, no se puede entender lo que está pasando en el Perú, dónde a más críticas y sanciones, al menos éticas y morales, produce un mayor apoyo en las preferencias electorales, especialmente a la candidata Fujimori. O bien los jóvenes no les interesa la historia y por ello no le dan importancia a las críticas y acusaciones o bien dichas acusaciones han dejado de ser acciones de justicia y se han convertido en parte de ese paquete publicitario en los procesos electorales. Yo me inclino más por lo último, porque ya es una costumbre en el Perú que este tipo de acusaciones sólo surgen en medio de procesos electorales, lo cual hace que pierdan su contenido de justicia y se conviertan en armas publicitarias de los partidos y movimientos enfrentados por lograr el poder.
En más de diez meses de campaña electoral no se ha dado un debate serio sobre las propuestas. Pese a que cada partido o movimiento presentó planes de gobierno, resulta que dichos documentos no hacen más de llenar un espacio virtual en la página web del Jurado Nacional de Elecciones. Los medios de comunicación se esfuerzan por generar un debate pero puede más las noticias sensacionalistas y las que vende, ejemplo de ello tenemos que cuando la candidata del germen dictatorial propone la medida de 24×24 en la Policía Nacional, inmediatamente cubren las primeras planas las ya trilladas acusaciones del financiamiento de sus estudios. Digo trillada debido a que es un caso que se ha investigado en varios oportunidades y no se ha llegado a nada. Esto refuerza la idea de éste tipo de acusaciones son parte del paquete publicitario, el mismo que genera la imagen de “victima” y le permite crecer en las encuestas.
No quiero decir que la historia y el pasado de los candidatos y candidatas sean irrelevantes. Es importante tener en cuenta la trayectoria de las personas y su forma de actuar, pero vayamos a la importancia que le da a estos aspectos un electorado interesado más en las dádivas, los beneficios a corto plazo, los rasgos físicos y las poses mediáticas que adoptan. Con un electorado así resulta posible que un candidato como Castañeda Lossio, sin exponer ideas y asumiendo una posición de mudo logra ganar el sillón municipal en Lima, o como en el caso de Oscorima Núñez, ex gobernador regional de Ayacucho hoy preso por corrupción, ganó dos elecciones mediante dádivas. El problema no es la historia negra y reluctante de los actores políticos, el problema es un electorado cómplice de la lucha de poder, para el cual una sobredosis de historia resulta parte de una propaganda política. A cada crítica, denuncia o reclamo de un sector de la prensa o la sociedad, se tiene como respuesta la victimización de los actores políticos. El panorama es aún más desolador cuando se tiene un electorado que vive bajo la consigna de “está bien que robe si hace obras” “no importa que mate si logra pacificar al país” “si todos roban”.
La historia y la trayectoria de las personas adquieren vital importancia en un contexto donde el electorado tiene una identidad política. No es nada extraño en el Perú que el elector asume una pose en público e incluso participa activamente en actos de protesta contra un determinado candidato o candidata, pero el día de las elecciones emite un voto a favor de éste candidato o candidata. La hipocresía electoral es la regla, por lo tanto resulta ineficaz las lecciones de historia.
Pese a la sobredosis de historia, es decir, a ese debate a veces terco de sacar nuevamente a la luz denuncias y reclamos, se tiene que la vitrina de candidatos y candidatas en el Perú está compuesta por plagiadores de tesis, cómplices de asesinatos, relaciones oscuras con el actual gobierno, relaciones oscuras con el empresariado explotador, presos y personajes cómicos de la farándula política.
La sobredosis de historia también produce una ceguera social en relación al futuro. Puedo entender que los jóvenes en su egoísmo, sientan frustración frente a la sobredosis de historia, ya que no fueron parte de estos procesos, no sufrieron las consecuencias de gobiernos dictatoriales e irresponsables, y sólo quieren ver el futuro. Si algo bueno se hizo en el pasado, los jóvenes se pretenden colgar de estas cuerdas flojas, como signo de una última esperanza en un país moralmente en decadencia. La sobredosis de historia produce también un efecto negativo en un contexto donde la formación académica es deprimente, dónde más vale tener buenas relaciones con personas en el poder, ya que un buen certificado de estudios vale mucho menos que una relación amical con un funcionario público, si de conseguir un trabajo se trata.
Dejemos que las autoridades competentes hagan su trabajo de investigar y juzgar el pasado de los actores políticos, si de delitos se trata. Concentrémonos en las propuestas que tienen Fujimori y PPK, analicemos sin son viables o no las medidas que proponen. En éste debate de propuestas invitemos a los jóvenes que representan casi un tercio del electorado y sobre a aquellos que carecen de identidad política a construir un electorado informado y consecuente, en suma debemos construir ciudadanía activa. No caigamos en la sobredosis de historia, ya que a más crítica y denuncia social reiterativa, en un contexto como el peruano, lo que produce es una mayor exposición de actores políticos cuestionados en los medios de comunicación, quienes asumen una posición de víctimas. No hay mejor oportunidad para un incapaz que una denuncia que carece de consecuencias legales o denuncias reiterativas ante lo cual el Poder Judicial ha echado su manto de impunidad. Si se continúa con esta sobredosis de historia y se sigue denunciado hechos pasados, se pierde la oportunidad de formar ciudadanía en base al análisis y debate de propuestas y con ello se favorece al germen dictatorial.