Econ. Pedro Huamaní Oré
En los últimos meses se viene observando la iniciativa conjunta del Gobierno Regional y diversos sectores de la sociedad ayacuchana, de elaborar un Plan de Acción Departamental con un horizonte hacia el año 2024, fecha en que se celebra el Bicentenario de la Batalla de Ayacucho. Para tal fin se ha constituido una Comisión Multisectorial de Festejos del Bicentenario de la Batalla de Ayacucho y un Equipo de Trabajo Permanente, encargado de la elaboración de dicho plan. La intención es buena, oportuna y plausible; sin embargo, el proceso no se está llevando adecuadamente por la falta de dirección.
Ya son varios meses de reuniones y a la fecha no se observa resultados concretos, salvo propuestas de proyectos sueltos y no alineados a los objetivos estratégicos del Plan de Desarrollo Regional Concertado 2016-2021. En este contexto va ganando terreno las voces que priorizan celebraciones y mega proyectos de infraestructura principalmente, cuyo objetivo es la captación de mayores presupuestos para el departamento de Ayacucho. Es decir, la proyección es solamente más dinero para Ayacucho, no importando la medición de resultados e impactos.
La proximidad del Bicentenario de la Independencia Nacional y de la Batalla de Ayacucho, es un contexto histórico único, para reflexionar sobre el pasado, presente y futuro del departamento de Ayacucho, y por lo tanto no debe limitarse solamente a la elaboración de una cartera de mega proyectos y programa de grandes celebraciones. Tenemos que reconocer que la proximidad del bicentenario es una “Gran Oportunidad”, para iniciar un proceso de debate colectivo que nos permita aprender lecciones de la historia, comprender el presente y diseñar un futuro diferente.
Al menos, es momento de que la Comisión Multisectorial y el Equipo Permanente procedan a evaluar diversas alternativas de acción, y no centrarse solamente en la elaboración de una cartera de proyectos. A manera de contribución personal proponemos las siguientes alternativas:
- Iniciar un proceso de reflexión y debate colectivo sobre el pasado, presente y futuro de Ayacucho.
- Iniciar el proceso de implementación del Plan de Desarrollo Regional Concertado 2016-2021.
La primera alternativa es relativamente larga, pero es la mejor, porque permite movilizar a la población Ayacuchana, para aprender las lecciones de los últimos 200 años de vida republicana, comprender el presente, diseñar un nuevo modelo de desarrollo y asumir compromisos de acción. El resultado final de este proceso colectivo podría ser la Agenda Wari al 2024, de cumplimiento obligatorio por el Gobierno Regional, Gobiernos Locales, sector privado, organizaciones políticas y la sociedad civil.
El proceso de movilización social para la reflexión y el debate colectivo podría llamarse: “AYACUCHO HABLA Y DECIDE SU FUTURO”, donde participarían todos los sectores sociales, personalidades académicas y políticos más representativos del departamento, con sus análisis, enfoques y propuestas de futuro.
La segunda alternativa es la secuencia normal de todo Plan de Desarrollo Regional, consistente en pasar a la etapa de implementación. En las últimas décadas se ha observado que en el departamento de Ayacucho las autoridades regionales y locales no han tenido la voluntad política de implementar sus respectivos planes, actuando arbitrariamente, al margen de criterios básicos de desarrollo regional; por ello, mayormente la inversión pública ha sido desviada a los proyectos de infraestructura, descuidando proyectos sociales, económicos, culturales y de ciencia, tecnología e innovación. Como resultado de esta equivocada concepción del desarrollo, el departamento de Ayacucho ocupa los primeros lugares en pobreza, analfabetismo, desnutrición crónica infantil, etc., pero los últimos lugares en desarrollo humano y competitividad, en el ranking nacional. La concepción tradicional de que obra es sinónimo de desarrollo, ha conducido a la consolidación de la corrupción en las instituciones públicas de nivel regional y local, la cual antepone sus prioridades y desvía los recursos del Estado a satisfacer intereses privados.
La proximidad del bicentenario es la oportunidad para corregir estos vicios y conductas tradicionales, actualizar nuestra concepción del desarrollo e iniciar un proceso de gestión pública orientada a objetivos estratégicos, y que se mida los resultados por los cambios positivos en la calidad de vida de la población. En este caso, el resultado del proceso de implementación sería la Agenda Regional al 2021-2024, igualmente de obligatorio cumplimiento por el Gobierno Regional, Gobiernos locales, sector privado, organizaciones políticas y la sociedad civil.
En la página 79 del publicado por el Gobierno Regional de Ayacucho, se resume una de las lecciones más importantes de las últimas décadas, que dice: “el desarrollo regional es de entera responsabilidad de los actores regionales, y nadie más lo hará por nosotros; pero lo que dejemos de hacer hoy, lo harán los actores externos, a su manera y para su beneficio. La apatía, el desinterés y la desorganización de los actores regionales es la condición propicia para que los actores externos tomen control de la región”.
La proximidad del bicentenario nos da la oportunidad de movilizar la población, despertar la conciencia colectiva, recomponer el tejido social, construir una Agenda de consenso y asumir compromisos de acción, que nos permita seguir un rumbo preestablecido hacia un cambio real en la calidad de vida de toda la población. La decisión de iniciar el proceso de cambio está en nuestras manos, de lo contrario el Bicentenario de la Batalla de Ayacucho no pasará de ser una celebración más de lo que estamos acostumbrados como parte de una sociedad con rezagos coloniales.
Este es el momento propicio para que las fuerzas vivas de la sociedad ayacuchana sean los actores de este proceso que empieza con las dificultades indicadas al principio. Si dejamos pasar esta oportunidad, los próximos 100 años serán más de lo mismo, seguiremos caminando a ciegas y nos enfrentaremos a un futuro incierto y con mayores riesgos.
Ayacucho, setiembre del 2016.