Por futuro y opinion
Por Luis Larrea
Tras la caída aparatosa de Kuczynski de la Presidencia del Perú, asumió, dentro del marco constitucional, el Primer Vicepresidente Martín Vizcarra. Vizcarra asume la presidencia en un contexto que muestra la verdadera forma de hacer política en el Perú, esto es; el negociado de voluntades, las filmaciones secretas y la manipulación y el chantaje de las instituciones. Muchos pseudo puritanos de la política peruana lamentan el hecho de que no se haya aprendido nada de las oscuras etapas del Fujimontesinismo, pero se olvidan, o no quieren reconocer, que su ingreso en la política y su llamada carrera política, se da en un sistema donde la corrupción se ha normalizado. Acaso no fueron elegidos mediante la compra de voluntades de un electorado cada vez menos comprometido con su país. Acaso no llegaron a donde llegaron mediante el negociado de intereses personales y grupales. Acaso no cambiaron de partido y de identidad política sólo por satisfacer la ambición de llegar al poder. El actuar corrupto, combinado con la cobardía y el cinismo resulta muy eficiente para mantener un sistema podrido por donde se lo vea. En el Congreso, el debate previo a la aprobación de la vergonzosa renuncia de Kuczynski, estuvo marcado por golpes en el pecho, la autoflagelación y una supuesta autocrítica, la misma que sólo es de boca para afuera, pues lo que realmente les interesa es seguir ejerciendo la cuota de poder obtenida en un sistema corrupto desde sus raíces. Este Congreso está tan falto de legitimidad que ya su composición no es representativa. Se tienen los llamados grupos parlamentarios, cuya fuente de poder no es el electorado, sino los acuerdos entre parlamentarios. Y si a esto se le suma la labor de tramitadores de expedientes de obras, el negociado de puestos públicos y la manipulación de comisiones de investigación, pues lo que se tiene no es un Congreso, sino una Cámara única de lobistas y traficantes.
El discurso de Vizcarra fue concreto, esto por el tiempo de 16 minutos, pero en su contenido fue formalista y genérico. Muchos lo califican de un discurso conciliador, donde frases como «unidad» o «el Perú primero» se repetían constantemente. Yo lo veo como un saludo cordial, de alguien que pretende mantener un perfil bajo. Y esto es justamente lo menos que se necesita, pues lo que se requiere es un liderazgo claro, el mismo que debe ser confrontativo cuando las cosas así lo requieran y en caso de llamar a la unidad o la conciliación, debe establecerse condiciones claras. No se puede construir puentes sin tener bases sólidas, y estas bases son; el liderazgo, la claridad en las condiciones y obviamente la integridad de ejercer un cargo. Se dice que su gobierno regional en Moquegua se caracterizó por priorizar el tema de la educación, pero parece no entender el problema serio de la clase política y la institucionalidad en el país, pues al igual que tanto incapaz oportunista afirma que «hay que voltear la página». Si en cada página de nuestra reciente historia hay notas reprobatorias de la política y la institucionalidad, así como serios cuestionamientos de legitimidad, ¿Cómo es posible que se pida voltear la página?. Sería correcto para el profesor Vizcarra que si un alumno desaprueba en todas las materias le diga, joven no te preocupes, voltea la página y sigamos adelante. Esto es un absurdo y un pueblo que no aprende de sus errores está condenado a repetirlos. Esto nos pasa como país y seguimos en la misma forma asquerosa de traficar intereses, creemos que la coima es un extra bien merecido, creemos que traicionar a los valores democráticos es una forma efectiva de llegar al poder y por último aceptamos que la corrupción es sinónimo de institucionalidad a la peruana.
Veamos brevemente lo cuasi imposible que resulta concretar los lineamientos expuestos por Vizcarra. Partió por decir que pondrá todo su esfuerzo en la lucha contra la corrupción. Esto lo han dicho todos en los últimos 18 años, y la corrupción ha crecido. La corrupción se ha normalizado y es parte de la institucionalidad. A los usuarios y a las propias autoridades locales y regionales, se les exige comisiones para que accedan a presupuestos públicos. En suma, un estado mafioso y la cura del cáncer de la corrupción requiere más que una mera declaración. Requiere de acciones concretas como por ejemplo: aprobar un Plan Nacional Anticorrupción, que conforme al DS 092-2017-PCM Política Nacional de Integridad y Lucha Contra la Corrupción, debió aprobarse hace más de tres meses. Se requiere de planes institucionales con indicadores medibles y sobre todo se requiere de condicionar el acceso a recursos públicos a la aplicación de planes anticorrupción, el buen gobierno e informes de resultados. Lo que pasa en el país es que los presupuestos se asignan por contacto de los congresistas-tramitadores y no existen verdaderos informes de gestión, pues lo que hay es propaganda del titular del pliego. Mencionó la transparencia como un pilar fundamental. La corrupción es muy transparente en el Perú, todos los funcionarios y proveedores saben exactamente «cómo es la nuez». Todo el mundo ve a funcionarios darse la gran vida en los restaurantes y los bares, y saben perfectamente que sus míseros salarios son insuficientes. Todos saben que la política es una máquina de lavar dinero de última generación, y todo el mundo sabe que a los comercios les va bien, cuando los proveedores del estado «invitan» a los funcionarios. Todo el mundo sabe cómo funciona el mecanismo de la corrupción. No es problema de transparencia, es un problema de lucha frontal contra la corrupción con acciones concretas.
Luego plantea lograr la estabilidad institucional y se enfoca en la división de poderes. Pero la institucionalidad peruana es muy estable, claro eso sí, para la viveza, para sacarle la vuelta a las leyes hemos demostrado que somos estables. Con todos los casos de corrupción que se han dado, no había ni golpe de estado, ni mucho menos rompimiento del orden constitucional. La nuestra es una institucionalidad que no sólo ha aprendido a convivir con la corrupción, sino que la promueve cada día. Eso de evocar la división de poderes, es una forma de decir que cada cuota de poder maneja sus propios negocios e intereses. Al ser la política un negocio, la institucionalidad es la herramienta para ejercer éste negocio. No es cuestión de lograr estabilidad institucional, es cuestión de cambiar radicalmente la institucionalidad perversa del país.
Como tercer punto plantea el proyecto de crecimiento económico con énfasis en la infraestructura sostenible y las regiones. En el Perú se ha construido agresivamente los últimos años, no es una casualidad que el mayor escándalo de corrupción se produzca justo en el sector de la construcción. El problema no es que no se construye, el problema es que se roban los fondos y construyen mal, el problema es que hay un empresariado perverso que convive y promueve la corrupción, el problema es que los gobiernos regionales y locales, son el brazo extendido de esa institucionalidad perversa y mal gasta los fondos asignados. En un contexto donde el ejercicio del poder es sinónimo de lucro y ganancia, la falta de infraestructura sostenible no es su causa, sino más bien un efecto de ella.
Finalmente menciona la mejora de la calidad de vida con enfoque en la salud, la generación de empleo, la seguridad ciudadana y la educación. Bueno en salud hay una brecha entre atención y necesidades, la misma que pasa por una mayor asignación de presupuesto. En cuanto a la generación de empleo es muy poco lo que se puede lograr cuando más del 73% trabaja en el sector informal, no es cuestión de crear empleos, es cuestión de disminuir la informalidad, y aquí hay una fuerte oposición del sector privado, que siempre quiere ganar más y pagar menos, y también desde el propio congreso donde tienen a sus lobistas, y que una de sus representantes incluso propuso la ley del esclavo juvenil. La seguridad ciudadana está cada vez peor y la única respuesta del estado es aplicar con mayor severidad la ley penal. El endurecimiento de las leyes penales no ha logrado disminuir la criminalidad en el país, y lo que sí ha logrado es el hacinamiento de los centros penitenciarios. La seguridad no se logra con el derecho penal, sino con políticas de estado integrales y que ataquen la raíz del problema. En cuanto a la educación pues es cuasi imposible lograr una educación de calidad. La educación es un negocio, hay centros de estudios y universidades que lucran con las necesidades de los jóvenes, y la nuestra es una sociedad de «cartoneros», es decir, basta con el cartón/título para ser un «profesional». Mejorar la educación implica el cierre de escuelas, colegios, institutos y universidades privadas y públicas, que no cumplan los estándares de calidad, cosa que muchos lobistas en el parlamento se oponen, ya que el negocio de la educación representa su principal fuente de ingreso.
Vizcarra dio lineamientos que deben ser aplicados mediante medidas concretas. Es importante tener una lectura correcta del país, a fin de que estas medidas respondan a las necesidades reales. También es importante ejercer liderazgo, pues mantener un perfil bajo y refugiarse entre los cerros de la provincia del Perú, limita toda posibilidad de generar condiciones favorables para el cambio.