Raúl Vegas Morales
Algunos actores políticos como el ex presidente Sagasti, proponen como solución a la actual crisis política peruana el adelanto de elecciones, recortar el mandato presidencial y congresal y convocar cuanto antes a una nueva elección popular.
Para asumir esa postura tenemos que hacer algunas preguntas elementales: ¿En qué ha cambiado el país desde las últimas elecciones? ¿Los partidos políticos son diferentes? ¿Se generaron nuevos liderazgos que podrían asumir las riendas del país? ¿Han madurado los electores para elegir mejor? ¿Los partidos políticos presentarían nuevos candidatos? Quizás sea difícil responder preguntas más profundas.
La población está en un nivel de hartazgo como no se veía en mucho tiempo, quizás desde el 2000, cuando la fraudulenta tercera reelección de Fujimori. Entonces se gestó un movimiento social que, junto con los vladivideos, fue fundamental para su salida del gobierno, aunque al final nos llevó a tener un mitómano como presidente, fugado del país y perseguido por ladrón. No hubo cambios importantes en política ni en la orientación de los gobiernos sucedáneos.
A la actual desazón ciudadana con los políticos en el gobierno, se suma el riesgo externo producto de la guerra y el bloqueo que va generando escases de combustibles y alimentos en el mundo, presionando el precio al alza sin que los políticos presenten una alternativa país para paliar la inminente crisis alimentaria que se avecina. Y no se trata de que “la hambruna les dará solo a los ociosos” como dijo el presidente en otra de sus infortunadas frases. Castillo es otro que se dispara a los pies.
Quienes impulsan un adelanto de elecciones son en parte políticos que han quedado al margen y que intentan recuperar algo de poder, aunque también hay otros aventureros que quieren llegar a saborear del estado. Ante una misma realidad, con los mismos actores y las mismas bases legales, los resultados serán similares. Habremos perdido tiempo y dinero en el intento.
Toda crisis es una oportunidad, para ello hay que abordarla con decisión y firmeza, planteando alternativas que permitan capear el vendaval. El gobierno de Castillo podría pasar a la historia como el de la escases de alimentos, decrecimiento económico y convulsión política o como el que supo abordar una crisis mundial actuando a tiempo, con acciones efectivas.
Como mencioné a los graduados de la Universidad, dudo mucho que un adelanto de elecciones solucione los problemas de gobernabilidad. Un paliativo (porque la solución se presenta lejana) sería un nuevo acuerdo nacional con agenda breve pero fundamental sobre lo que se quiere para el país en los próximos cuatro años, acuerdo que tenga como prioridad un shock de desarrollo agrario teniendo como actores a los productores de la sierra, selva y costa, al sector privado, al sector financiero y al gobierno. Paralelamente se tiene que trabajar en la construcción de ciudadanía y fortalecimiento de partidos políticos para que en nuevas elecciones no veamos más de lo mismo.