Raúl Vegas Morales
El ministro de economía Oscar Graham declaró en la Cumbre de las Américas que el objetivo prioritario del gobierno es promover la inversión privada. El presidente Pedro Castillo indicó lo mismo en Estados Unidos. La declaración no es novedosa, muchos gobernantes coinciden con el llamado a los inversionistas privados en una competencia de ofrecimientos.
Llamar a la inversión privada sin mayores argumentos es escribir en el agua. Se tiene que analizar primero qué se está haciendo desde el gobierno para promover la inversión, en segundo lugar, qué tipo de inversión es la que se necesita en el país y, en tercer lugar, cuáles son las condiciones que se plantean para esa inversión. Disgregar eso, clarificará el tipo de sociedad que se desea desarrollar.
Los estudios indican que gran parte de la inversión que llegó al país en los últimos años no fue para desarrollar sectores productivos, muchos inversionistas llegaron solo para comprar empresas ya constituidas y otros tantos para invertir en el sector extractivo, sin valor agregado. Esto puede generar crecimiento económico transitorio, pero no significa desarrollo para el país.
De otro lado se tiene que ser coherente con lo que se dice y lo que se hace. ¿Qué se está haciendo para promover la inversión privada? Hasta el momento Pedro Castillo no ha presentado las líneas generales de desarrollo que su gobierno tiene previsto implementar en el país, los peruanos solo percibimos desorden y conflicto permanente, a lo que se va sumando acusaciones fiscales al entorno presidencial, lo que genera desconfianza a nivel internacional.
Cierto que el país tiene fundamentos sólidos para el crecimiento económico, pero su competitividad es bastante baja respecto a otros países de la región y mucho más si nos comparamos con los países de la OCDE. Una educación deficiente no depara profesionales competitivos, lo que nos mantiene en una línea de sobrevivencia como país, estancados, sin mejoras reales.
Cuando desde el gobierno no se está haciendo mucho para generar confianza y por tanto inversión, los llamados suenan a propaganda barata de financiera bamba, nada consistente para que inversionistas serios puedan acudir, arriesgar moderadamente, generar empleo y utilidades que es la finalidad de toda inversión.
Un plan de desarrollo de mediano plazo debería indicar en qué sectores de la producción se requiere la participación de inversionistas privados. Por ejemplo, para desarrollar la agricultura de la sierra o para darle valor agregado a los productos de la selva, crear focos de desarrollo en el VRAEM, industrializar el cobre, desarrollar plantas de fertilizantes para uso interno. Las propuestas tienen que aterrizar para que no sigan pareciendo promesas de candidato.