Raúl Vegas Morales
El triunfo inédito de Gustavo Petro, candidato de izquierda en Colombia, abre nuevamente la interrogante sobre las bondades de la economía de libre mercado; es indiscutible el descontento en esta parte del mundo con el libertinaje económico que ha creado las posiciones de dominio y la concentración de capitales. El triunfo de Petro se suma al de Boric en Chile que se inició con un movimiento de masas estudiantiles que llevaron al cambio de constitución en el país del sur.
También se suma al triunfo de Pedro Castillo en Perú, producto del descontento de grandes sectores con la economía de mercado en la que no se sienten incluidos. Sin embargo, pese a que los tres presidentes provienen de canteras de izquierda, hay grandes diferencias entre Castillo, Boric y Petro. Lo que también indica poderosas diferencias entre los tres países a los que representan.
La carrera de Gabriel Boric se inició cuando presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile en 2012, hace diez años. Los estudiantes chilenos encaminaron los movimientos de descontento con la economía de mercado en el país que fue la cuna del neo liberalismo durante la época de Augusto Pinochet. Los Chicago Boys iniciaron el experimento diseñado por Milton Fridman en un país sojuzgado por una dictadura asesina y cruel.
La política económica tuvo un éxito rotundo, en apariencia, ya que Chile inició una etapa de desarrollo macroeconómico exitoso y Fridman lo llamó “El Milagro de Chile”. Pero no todo es macroeconomía. Al interior, el país sufría desigualdades cada vez más grandes que dieron origen a los movimientos que Boric y sus contemporáneos desarrollaron cuando estudiantes y que finalmente lo llevaron a la presidencia de la República.
El caso de Gustavo Petro fue diferente. Petro fue un excelente estudiante de educación básica ingresando a la educación superior con elevado puntaje obteniendo el título de Economista. A los 17 años ingresó a la guerrilla del Movimiento 19 de Abril, M19 y paralelamente desarrolló una carrera política legal, siendo Concejal, luego Diputado y agregado diplomático, hasta que finalmente, en el tercer intento, llegó a la presidencia de la República.
Fue un triunfo ajustado en un país de 50 millones de habitantes, sin embargo, nadie reclamó fraude ni desconoció al presidente elegido como en caso de nuestro país donde hay sectores que se consideran únicos dueños de la verdad y predestinados al poder. Ambos casos, el de Boric y Petro muestran la diferencia de liderazgos con Perú, donde los partidos políticos no tienen presencia real dentro de la sociedad y los líderes son bastante débiles, casi de papel. El componente fundamental para la diferencia es la educación. Mientras en Chile y Colombia se desarrolla una educación estructurada y de mayor calidad, en Perú seguimos con una educación deficitaria que los políticos no tienen intención de mejorar, si hay algún avance como en caso de la SUNEDU, hacen los mayores esfuerzos para trabar y destruir las mejoras devolviéndonos al primitivismo educativo. Producto de esa educación débil y triste, impuesta por el modelo económico, es el propio presidente Pedro Castillo, al que tanto se critica.