Raúl Vegas Morales
Los intereses de los congresistas se hacen cada vez más descarados, aprovechan todo resquicio legal para introducir una cuña que irán golpeando hasta que logren mellar la ley a su favor. El adelanto de elecciones fue aprobado en primera legislatura, de mala gana, y ahora intentarán sacar el máximo provecho a los cambios necesarios para implementar las nuevas elecciones, es para ellos una oportunidad para mejorar sus posibilidades.
En contra de lo aprobado en referéndum ciudadano, impulsarán su reelección y la creación de una cámara adicional en el congreso, no para mejorar el control político ni para darle mayor representatividad a la ciudadanía, eso es solo una pose demagógica, impulsan una cámara de senadores para ampliar sus cupos de participación. En esa línea buscan también cambiar a los miembros de la Oficina Nacional de Procesos Electorales y al Jurado Nacional de Elecciones por gente afín a ellos.
Apoyado por un tribunal constitucional que ellos mismos eligieron, este congreso ha roto el equilibrio de poderes, ha dejado de ser un poder de control para convertirse en un poder de mando que gestiona intereses privados ante un ejecutivo débil, sin fuerza política en qué apoyarse y sin arraigo popular.
Desde las elecciones del 2016, cuando Kuczynski ganó por un puñado de votos y fuerza popular con 73 congresistas lo desconoció como presidente, los congresistas iniciaron el escalamiento en contra de la democracia. Porque la democracia se inicia precisamente con el equilibrio de poderes. Entonces se instaló un gobierno de facto que obedecía a la señora K, quien en función a su interés aceleraba o detenía leyes y presionó al ejecutivo, hasta que lo hizo estallar.
Juega a favor de la dictadura parlamentaria la corrupción generalizada en el país, los corruptos que desde el ejecutivo aprovechan en favor propio el presupuesto a través de licitaciones amañadas y favorecimientos particulares, se vuelven vulnerables. El corrupto no tiene autoridad para reclamar más democracia porque el rabo de paja los envuelve en llamas.
Los actuales políticos son producto de las leyes que han convertido a los partidos en franquicias que subastan candidaturas. Poco importa los antecedentes del candidato con tal de que pague bien o se comprometa a cogobernar con el comerciante – dueño de partido. Un gobernante así siempre será débil, como Kuczynski o Castillo, prontos a derrumbarse más por votos de sus oponentes que por razones.
El Perú, tradicionalmente presidencialista se ha convertido en un país gobernado por el descalabro e ineptitud de la mayoría de los 130 lobistas que caminan por los pasos perdidos del congreso. Razón demás para que el descontento siga a flor de piel.