Raúl Vegas Morales
El congreso está frenético estos días, particularmente su presidenta María del Carmen Alva y la presidenta de la comisión de Constitución Patricia Juarez. La primera, en su intento interesado de vacar a Castillo hace una alusión a las Fuerzas Armadas que algunos medios consideran golpista mientras la otra presenta un rosario de cambios constitucionales, 53 artículos para ser exactos, 25% del total. ¿No que los fujimoristas se oponen a que se toque la constitución con el pétalo de una rosa?
Pero no se crea, ni por asomo, que los cambios propuestos son para mejorar la economía del país, para enfrentar la inminente crisis alimentaria o un aporte para enfrentar con mejores herramientas la criminalidad cada vez más violenta. Para nada. Lo que tratan los congresistas con sus propuestas es fortalecerse como poder del estado, ampliar el legislativo con una cámara de senadores, lograr su reelección, someter a otros organismos del estado como las instancias electorales que son constitucionalmente independientes.
El frenetismo no les impide seguir legislando a favor de intereses económicos como el de las universidades bamba, aprobaron por insistencia la ley que debilita a la SUNEDU permitiendo que las universidades se regulen solas, lo que daña al país y su futuro competitivo, a los jóvenes y su ilusión profesional. Pretenden convertirnos en un país de mediocres, un país bamba de cultura chicha.
El Perú tiene en su historia momentos oscuros, gobiernos abusivos y ladrones han dejado una mácula a cada paso, sin embargo, el nivel político no llegó antes a niveles tan bajos y deplorables como los actuales, es una clara involución, la capacidad política está en modo cangrejo con políticos totalmente desvinculados de la sociedad, incapaces de ver más allá de sus narices.
Mientras, las necesidades de la población siguen en modo espera, el alza de precios retorna cual fantasma y la inflación pasa del 8% afectando principalmente a quienes destinan la mayor parte de sus ingresos a la compra de alimentos, la falta de fertilizantes es una espada pendiente en el agro con lo que crece la inseguridad alimentaria en un país donde casi un tercio ha cruzado la línea de pobreza.
Los conflictos sociales no son abordados profesionalmente entrampando el desarrollo del país, los mineros informales se envalentonan por falta de leyes y políticas claras, se enfrentan arranchándose territorios mineros, se pierden millones de dólares por paralización productiva.
La infraestructura educativa no mejora y el aprendizaje va retrocediendo. La inseguridad ciudadana va in crescendo, acecha a una población desprotegida. Según encuesta de Ipsos, los asesinatos por encargo se incrementaron en 200%; cada cinco minutos las comisarías reciben una denuncia por robo, aunque las denuncias solo representan el 20% porque un 80% decide no denunciar según datos de El Comercio.
A todo esto, los congresistas solo atinan a pedir su propia reelección, incrementar el número de parlamentarios y asegurar su permanencia hasta el 2026, ninguna Ley a favor del desprotegido pueblo, pero a ellos, solo les falta pedir un aumento de sueldo.