Raúl Vegas Morales
Cuando Ollanta Humala postulaba a la presidencia por segunda vez, un grupo de ciudadanos autodenominados intelectuales firmó una carta de adhesión a su candidatura. Como contraparte, se pronunciaron a favor de Keiko Fujimori personajes de la farándula con nombres mucho más conocidos que el de los historiadores y académicos que apoyaban a Humala. Al final Ollanta Humala derrotó a Keiko Fujimori y condujo un gobierno contradictorio, sin orientación clara.
Luego de ese pronunciamiento público, los “intelectuales” no volvieron a pronunciarse por el apoyo a un gobierno a excepción de Mario Vargas Llosa, quien, uniéndose a la farándula para las últimas elecciones, apoyó a Keiko Fujimori que volvió a perder una elección, esta vez contra Pedro Castillo.
La cultura política es un reflejo de la realidad del país predominantemente farandulero, constatamos diariamente la pobreza intelectual de quienes nos gobiernan. Los últimos parlamentos que ha tenido el país estuvo compuesto por personajes con más prontuario que currículo destacando ampliamente en ese aspecto los fujimoristas.
El Perú está en rápido retroceso sin que se haga nada para evitar el colapso. Recordemos que son los políticos los que deciden por todos la orientación del país: la ejecución del presupuesto, las prioridades en el gasto y la inversión pública, el camino que debe seguir la educación, las políticas de salud, los programas sociales. Está en la decisión de los políticos el presente y futuro del país.
Por ello, contar con políticos ignaros es un peligro. Si agregamos el interés personal o de grupo que esconden, más el populismo para ganar simpatías, veremos que el riesgo se multiplica exponencialmente y puede condenar al país al atraso por muchos años más.
Esa falencia intelectual en los políticos del gobierno central y el parlamento, se traslada a las regiones. Claro reflejo son las candidaturas a gobiernos regionales y locales que se realizarán este año, donde vemos prontuarios más que capacidades, con afanes de gobierno. Naturalmente hay excepciones, son golondrinas que no hacen el verano. Lo peor es que hay gente que podría ser rescatable para la política pero que ha sido absorbida por el poder del dinero de quienes según el argot popular “roban, pero hacen obras”.
Es necesario sacudirnos del marasmo que va envolviendo a la sociedad.
Las únicas herramientas válidas para salir de la pobreza intelectual son educación y cultura, dos armas para salir del atraso que no son tomadas por los gobiernos, pero que pueden ser esgrimidas individualmente por los ciudadanos, entonces será difícil que nos sigan engañando.