Raúl Vegas Morales
El presidente del Congreso José Williams Zapata es un viejo conocido en Ayacucho. Hace muchos años estuvo bajo el mando del tristemente recordado general Wilfredo Mori cuando en 1985 se llevó a cabo la masacre de Accomarca. Dirigió dos patrullas, pero fue absuelto por el Poder Judicial. Luego Fujimori lo puso al mando de la operación Chavín de Huantar para develar el secuestro de la embajada japonesa realizada por el movimiento Revolucionario Túpac Amaru MRTA.
Con Williams el fujimorismo ha vuelto a tomar el control del congreso. Cierto que fue elegido por Avanza País, pero son de una misma entraña y naturalmente ganó con los votos fujimoristas por esa división permanente que existe en este congreso carente de análisis y sin orientación.
Habíamos adelantado que los diversos grupos políticos veían la elección como un paso hacia Presidencia de la República por lo endeble del gobierno de Castillo. Así la situación política del país se pone tormentosa. Williams como ex militar tiene ascendencia en un sector del ejército lo que le puede dar cierto grado de impunidad si se trata de forzar la salida compulsiva de Castillo. Entonces ejecutivo y legislativo podrían quedar en manos de los fujimoristas ya que la primera vicepresidenta del congreso es Martha Moyano.
Lo que Keiko no logró en tres intentos lo estaría logrando Williams por la puerta falsa si es que los demás grupos políticos en el congreso le siguen haciendo la jugada. Ha llegado el momento de la reflexión para los vacadores. Si siguen en el intento nos ponen a un paso de un nuevo gobierno fujimorista.
El fujimorismo hizo su jugada al poner a Moyano en la primera Vicepresidencia del Congreso, luego vacaron a Lady Camones para poner en la presidencia a otro fujimorista, de modo que si Castillo cae, tienen la mesa servida. Lo que no están considerando es que todavía hay un escollo que salvar, la vicepresidenta de la República, Dina Boluarte a quien los demócratas tendrían que defender hasta el final del mandato.
Es imprevisible lo que pueda ocurrir en el futuro cercano. Lo que se puede prever es que la relación entre ejecutivo y legislativo se tornará más tensa a la espera de una oportunidad para poner la zancadilla, mientras los congresistas en su mayoría están pensando en las musarañas.
Quienes veladamente estuvieron solicitando un golpe de estado ahora están contentos, avizoran un asalto incruento a la democracia, casi por las buenas, con militar y todo. El fujimorismo sonríe por este triunfo que inocentemente le dieron sus rivales políticos, aunque quizás se les petrifique la sonrisa.