Jans Cavero
Durante las últimas semanas, voceros del Gobierno Regional de Ayacucho y de la Municipalidad Provincial de Huamanga han sostenido un fuego cruzado, debido a la gestión de los Juegos Bolivarianos previstos para el 2024 y 2025. Los titulares de ambas entidades, Oscorima Núñez y Arango Claudio, respectivamente, no han sido ajenos a tal polarización, habiéndose criticado mutuamente en diversos medios de comunicación.
Pero, ¿cuál es el problema de fondo que subyace a tal enfrentamiento? Desde el punto de vista de gestión, podría señalarse que se trata de una disputa competencial, pues ambos niveles de gobierno argumentan contar con capacidad de gestión estratégica y operativa para llevar adelante la organización de los próximos juegos bolivarianos; no obstante, considero que la rivalidad en mención tiene un trasfondo político que no debe descartarse, por cuanto están en juego intereses diferentes.
Si bien conseguir protagonismo político está en la mira de ambos personajes, lo que se traduce en estar permanentemente bajo la lupa de los medios de comunicación, hay diferencias en uno y otro. Desde mi perspectiva, Oscorima busca dos cosas: i) incrementar su poder político a partir del manejo de recursos presupuestales y logísticos nada despreciables; y, ii) lograr legitimidad de ejercicio, toda vez que es consciente que ya no habría posibilidades, por razones diversas, de un cuarto periodo de gobierno.
En el caso de Arango Claudio, sostengo la hipótesis que él reclama la paternidad de la organización de los juegos bolivarianos porque cree, o le han hecho creer, que es la plataforma idónea para alcanzar el sillón regional el año 2026. Conduciendo y dirigiendo la gestión de dicho evento deportivo, se van a controlar temas de infraestructura deportiva, temas de desarrollo económico productivo, temas de turismo, hotelería y gastronomía, y, por cierto, relaciones interinstitucionales con el gobierno nacional y con un sector de la prensa internacional que va a dar cobertura mediática.
El alcalde de Huamanga hasta hoy no es consciente de la responsabilidad que le ha encomendado el electorado. Si bien sabe que se trata de la municipalidad más importante de la región Ayacucho, desconoce o ignora que llegó al sillón municipal gracias al endose de votos que recibió de los distritos metropolitanos de Huamanga, incluido el distrito de Vinchos, cuyos alcaldes son de la misma organización política por la que postuló meses atrás y traicionó después de asumir el cargo.
Así, para una persona que nunca antes fue regidor distrital, alcalde distrital, regidor provincial, u otro cargo de carácter representativo, llegar al primer municipio de Ayacucho fue casi un milagro, más aún cuando alcanzó la meta no por mérito propio, sino por el trabajo partidario de un movimiento regional al que dio las espaldas desde el primer mes de gobierno, similar a como lo hizo el consejero regional por La Mar. Esta falta de experiencia política explica la gestión incapaz de su gobierno respecto a la seguridad ciudadana, transporte público urbano, mercados y limpieza pública, manejo de residuos sólidos, entre otros problemas gravitantes de la ciudad.
Ahora bien, después de haberle dado las espaldas al movimiento Agua ¿cuál será la organización que postularía a Arango al gobierno regional? Al respecto, creo que hay tres opciones: auparse a un partido nacional; inscribir su propio movimiento; reciclarse en un movimiento regional ya existente. De estas opciones, las dos primeras son más viables, pues postular por un movimiento ya existente como el Tarpuy, Gana Ayacucho, u otro de significancia menor, sería crónica de una muerte anunciada. En caso opte por fundar su propia organización, Arango requiere recursos, organización y gente de aparato, aspectos que podría estructurar y movilizar utilizando su estatus de alcalde. Le falta gente pensante y estratégica, algo difícil de conseguir, tomando en cuenta que un ciudadano realmente pensante no se sumaría a esta aventura electoral.
Su adhesión a un partido nacional con inscripción o en proceso de inscripción no debería descartarse, al fin y al cabo, Arango es neófito político, pero no tonto. Algunos actores que hacen análisis de contexto e incidencia han expresado que estaría detrás de la organización “Hacer País”, partido político que cobija la figura y liderazgo de Alfonso López Chau, rector de la Universidad Nacional de Ingeniería. Si esto fuera cierto, me temo que estamos ante un rector ingenuo que perdería credibilidad política.
Y es que para tener aceptación social fuera de Lima no basta con ser buena persona, excelente académico, o convocar al espectro de “centro izquierda” autodenominándose social demócrata. Se requiere no seguir los patrones de comportamiento y de acción política precisamente de aquellas organizaciones que se critica, por haber convocado a gente seriamente cuestionada o con antecedentes que restan. La voracidad de “Hacer País” por tener presencia nacional a toda costa podría ser su talón de Aquiles.
Los Bolivarianos, por ahora, seguirán en disputa. Lo cierto son dos cosas: i) la Unidad Ejecutora oficial es el Proyecto Especial Legado, proyecto adscrito a la PCM, para el que se ha previsto una asignación presupuestal en el PIA 2024 de 150 millones de soles, destinado a financiar la organización e implementación de los Juegos Bolivarianos del Bicentenario 2024. En tanto no haya cesión de la calidad de unidad ejecutora de inversiones en favor del gobierno regional o del municipio provincial, ambos gobiernos seguirán siendo actores de reparto; ii) el tiempo apremia, y si Legado no se pone las pilas, podría no llegar a culminar la infraestructura prevista.
Me temo que para una ejecución de los proyectos bajo la modalidad de gobierno a gobierno (G2G), si pensamos en el 2024, ya es tarde.