Por Luis Larrea
No voy a referirme a las leyes, reglamentos o estatutos universitarios, que de por sí defienden y promueve la educación y promoción del idioma Quechua, como un idioma propia de culturas ancestrales. Voy a plantear la defensa del Quechua como parte de la identidad cultural y como ese conocimiento y práctica, que no sólo permite aprender y entender mejor un contexto, sino que también generar inmejorables condiciones para aprender nuevos idiomas y desarrollarse profesionalmente.
Gracias a mi abuela materna que sólo entendía y hablaba el Quechua, tuve la oportunidad de aprender éste idioma. No lo domino perfectamente, pero lo entiendo y puedo hacerme entender. Me sirvió mucho cuando en el año 1999 y 2000 trabajaba como promotor de Derechos Humanos, en el Programa de Protección a Poblaciones Afectadas por la Violencia Política de la Defensoría del Pueblo. Teníamos el inmenso reto de traducir toda la teoría de los derechos humanos y la democracia al idioma Quechua. No sólo era traducir las palabras sino entender el significado de cada palabra, de acuerdo al contexto socio-cultural, pues desarrollábamos talleres en zonas rurales muy alejadas. Aprendí que un idioma no sólo son palabras, formas de escritura o formas de pronunciación, sino que es el camino más eficiente para entender la cultura y en dentro de ella, la identidad cultural. A inicios del 2002 me mudé a Suecia y tuve que empezar de nuevo. Aprendí el idioma sueco casi a la perfección y por añadidura también el inglés. Gracias al Quechua como un idioma adicional durante mi niñez, se me hizo fácil aprender nuevos idiomas. Hablar el sueco me permitió comprender no sólo el significado de las palabras, sino entender la cultura sueca y a partir de allí desarrollarme profesionalmente. Hoy casi 14 años después, trabajo en la Agencia Sueca de Cooperación Internacional. En resumen, lo que quiero expresarles es que la llave de mi éxito ha sido el hecho de prender el idioma.
La Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga (UNSCH) como centro de formación que surge y sirve a la región andina, es la llamada a promover no sólo la enseñanza del Quechua, sino promover el uso de éste idioma en la transmisión de conocimiento y experiencias. No entiendo como la UNSCH pretender negarles a sus estudiantes la enorme posibilidad de entender, hablar y promover un idioma propio de la región, que no sólo va a permitir a sus profesionales servir de mejor manera, sino también promover el uso del Quechua fortaleciendo la identidad cultural de la región. Para que un idioma se mantenga vivo, es necesario su uso cotidiano y la transmisión de conocimientos. Los signos de la extinción de un idioma son; la reducción paulatina del vocabulario (exceso en el préstamo de palabra de otros idiomas), uso reducido (por ejemplo sólo en canciones o para contar bromas) y la reducción de producción literaria. La UNSCH está llamada a defender el Quechua como identidad cultural y fuente de conocimiento, de allí que no sólo debe tener cursos para aprender a hablar y escribir el Quechua, sino que deben dictarse materias sobre cosmovisión andina e historia social andina, así como desarrollo inclusivo en el mundo andino, enteramente en el idioma Quechua. Además debe promover la UNSCH la transmisión de conocimientos tradicionales de generación en generación. Así por ejemplo mediante convenios con las Municipalidades promover que las personas quechua-hablantes, especialmente las mujeres, participen en talleres de formación en Quechua en escuelas, colegios y ciclos básicos de la UNSCH, a fin de que mediante la oralidad se transmitan conocimientos.
Fomentar y promover el Quechua es defender la identidad cultural y dentro de ella elevar los niveles de autoestima, que tanta falta hacen en las generaciones actuales. Parte de la violencia cotidiana que vivimos, encuentra sus raíces en una falta de autoestima cultural, donde el quechua-hablante reniega de su origen y vive bajo la presión cultural de la clase dominante. Parece que quienes dirigen los destinos de la UNSCH no han superado el debate académico en el Perú de inicios del siglo pasado, la misma que se caracterizaba por dos corrientes contrapuestas, donde una de ellas promovía la defensa y promoción del Quechua y la otra su eliminación total, por considerarla fuente de retraso social. Está demostrado que el Quechua no es fuente de retraso, más por el contrario la educación bilingüe es una de las más exitosas en el mundo. Además el Quechua es parte de la identidad cultural y eliminarla implica eliminar una cultura. Entender el Quechua permitiría mejorar el manejo y gestión de conflictos sociales y la propia administración del Estado.
La UNSCH no puede darse el lujo de perder posibilidades de desarrollo académico y también empresarial, pues universidades particulares como la Pontificia Universidad Católica del Perú ofrecen diplomados para la comunicación con poblaciones andinas, esto es con ayuda del Quechua. La UNSCH debe ser el centro de estudios símbolo del país en formación de profesionales quechua-hablantes y producir investigaciones que no sólo promuevan el Quechua, sino también de otros idiomas o dialectos que están en proceso de extinción como es el caso de las lenguas nativas de las selva.
Guardo la esperanza de que está intención de desaparecer el Quechua de la formación académica en UNSCH, no pase de ser un lapsus y que no se vuelva a repetir, pues la UNSCH debe entender el rol que tiene en la región, no sólo preciarse de ser la segunda universidad del país en antigüedad, sino debe tener como meta ser la primera universidad multicultural del país.