Politólogo Lincoln Onofre
Transitabilidad y movilidad son dos conceptos distintos que muchas veces confundimos.
El ministerio de Transportes y comunicaciones define transitabildiad como el “nivel de servicio de la infraestructura vial que asegura un estado tal de la misma que permite un flujo vehicular regular durante un determinado periodo”; es decir, construir vías para que transiten los vehículos; independientemente de si estos vehículos sirven para transportar personas o productos.
En cambio, la movilidad es el conjunto de desplazamientos de personas o mercancías que se producen en un espacio físico y que se pueden realizar en distintos medios, desde los automóviles, transporte público pero también a pie, con patinetas o bicicletas; con el objetivo de satisfacer nuestras demandas o necesidades en tiempos prudentes.
Diferenciar estos dos conceptos es importante. Muchas veces nos quejamos por el tráfico y porque llegaremos tarde al trabajo; sin embargo, caminar diez minutos podrían acabar con ese malestar. Otras veces, preferimos no salir de casa porque “todo está lejos” o “todo está lleno”. Decir que todo está lejos en una ciudad que tiene 10 kilómetros de largo en sus extremos más distantes es la manifestación de que no existe la infraestructura adecuada para el desplazamiento de un punto a otro (pueden ser vías, servicios de transporte, calles peatonales, ciclovías, etc.). decir que todo está lleno es la demanda de nuevos espacios públicos, adecuados, para la movilidad.
Entonces, el problema radica en la falta de infraestructura adecuada para la movilidad y que nuestras autoridades interpretan equivocadamente como transitabilidad. De ahí que priorizan obras de infraestructura para vehículos y no para peatones sin resolver el principal problema de la ciudad: la congestión vehicular.
Este enfoque de gestión local afecta la calidad de vida, el bienestar y la economía de los individuos, principalmente de los sectores menos favorecidos o más vulnerables. Así, si consideramos que el sueldo mínimo vital en el Perú es de 850 soles mensuales por ocho horas de trabajo diario, asumimos que la retribución por hora de trabajo es de 3.54 soles. El transporte público cuesta 0.70 soles por trayecto y 1.40 soles de ida y vuelta; es decir, al transportarnos invertimos 24 minutos de nuestro trabajo. Sin embargo, muchas veces preferimos evitar el tráfico o intentar llegar a tiempo y nos vemos en la obligación de usar los taxis que en promedio cobran cinco soles. Así en un día podríamos gasta hasta diez soles en desplazarnos, lo que representa un tercio de nuestra jornada laboral.
Al revisar los gastos del municipio de Huamanga destinados a la transitabilidad (construcción, mejoramiento y mantenimiento de vías) y la movilidad (espacios públicos para el desplazamiento y acceso de las personas) establecidos en los programas presupuestales 101, 108 y 136; notamos que, en el año 2017 se invirtieron 8 millones 510 mil 547 soles; de los cuales solo el 4% de este monto corresponde a la movilidad urbana; pese a que solo contamos con 8.74 vehículos por cada mil habitantes (Fuente: SINIA-MINAM).
Concluyo con mencionar que, a la luz de estas cifras, la autoridad local tiene un concepto equivocado de “Huamanga más humana”, slogan que acompaña su gestión. Pues más que humana, su gestión más “automovilística”.