Pinceladas para un gobierno local
Politólogo: Lincoln Onofre.
Una manera de ver las brechas de desigualdad o inequidad socio económica es a través del valor del suelo en determinadas áreas, por ejemplo, las urbanas.
Si tomamos como referencia los avisos de “venta de lotes de terreno” en la ciudad de Huamanga durante el último mes, observamos que estas varían entre 9 y 1,600 dólares por metro cuadrado; esta diferencia abismal existe a tan solo 2 kilómetros de distancia entre una y otra. Los factores a considerar para valorar el suelo en un “mercado libre” serán el acceso a las redes de servicio público (agua, alcantarillado, electricidad), a la red de transporte público o la titularidad sobre el bien.
La carencia de servicios públicos en zonas periurbanas (donde se asienta la población con menos recursos) es mayor con respecto al centro de la ciudad y, donde esta existe, la frecuencia es menor respecto al centro. El acceso a la red de transporte público es posible por la intervención de agentes privados (empresarios) que “diseñan” y solicitan nuevas rutas al responsable del sistema de transporte urbano, la municipalidad. Sin embargo, las inequidades se manifiestan porque los menos favorecidos deben pagar más por este servicio y en horarios restringidos.
Si un terreno cuenta con título de propiedad, constancia de posesión o si pertenece a una invasión también cuenta al momento de valorar el terreno. Desde 1960, una sucesión de ocupaciones formales e invasiones informales se produjeron y configuraron lo que hoy es nuestra ciudad; así, contamos con urbanizaciones, sectores, asociaciones de vivienda, asentamientos humanos, pueblos jóvenes y demás denominaciones. Las tres “oleadas” de migración y expansión de la ciudad estuvieron vinculadas a situaciones como la reapertura de la universidad, la violencia política o el acceso al modelo económico que muchos defienden. En la última década, estas ocupaciones también sucedieron por intereses de traficantes de terreno que, bajo el discurso del derecho a un techo, utilizan testaferros, invaden terrenos privados o públicos, generan conflicto y tan pronto puedan, lo venden a quienes realmente necesitan construir una vivienda, con la incierta promesa de que pronto tendrán -al menos- un certificado de posesión.
En mi opinión, otros factores a considerar en los precios del terreno en el centro histórico están ligadas al fenómeno de la burbuja inmobiliaria impulsada por el lavado de activos provenientes del narcotráfico (VRAE) -argumento que sería extenso describir en este artículo- y; por la centralidad de los servicios y equipamiento que tiene nuestra ciudad. Si advertimos, todo gira en torno al centro de la ciudad. La vida de nuestra Huamanga sucede ahí, en un área de 0.38 kilómetros cuadrados; donde el metro cuadrado puede llegar hasta los dos mil dólares o más.
¿Cómo equilibrar la balanza?
Considero que las medidas inmediatas deben ser la dotación de servicios y de infraestructura más allá del centro histórico (desconcentrar la ciudad). Redes de agua, alcantarillado y fluido eléctrico, sí; pero también implementar los parques como espacios públicos accesibles a todos y todas; pistas y veredas adecuadas para los peatones, donde caminar signifique disfrutar de la ciudad, del barrio. Implementar con equipamiento (presencia del Estado) para que el vecino, el ciudadano de a pie no esté obligado a acudir al centro, sino que este represente una opción accesible del cual disponer libremente. Así, el suelo de los barrios periféricos serán mejor valorados económica y socialmente.
Todo ello requiere de una autoridad local y regional con visión prospectiva y estratégica de mediano y largo plazo; con capacidad para diseñar y gestionar una política de suelos, actualizar la zonificación territorial y elaborar un planeamiento urbano acorde con las capacidades y potencialidades del uso de los suelos. Identificar y preservar las áreas agrícolas para que no se urbanice ni comprometa la seguridad alimentaria del entorno más próximo. Necesitamos reservar áreas verdes para la conservación del ambiente, del ecosistema; para la generación de espacios públicos donde las personas puedan desarrollarse libremente y no limitarnos a ver pequeños cuadriláteros llenos de tierra que algún día se convertirán en mosaicos verdes limitados por cercos de alambres.
Necesitamos equilibrar la ciudad.