Jans Cavero
A 30 días de las elecciones generales 2021, no me queda la menor duda que el peor candidato de esta contienda es Rafael López Aliaga de Renovación Popular.
En efecto, estamos ante la presencia de una candidatura que se sustenta en tres pilares básicos: i) fundamentalismo teocrático, ii) modelo económico neoconservador, iii) fascismo como fuente de inspiración política. A partir de estos pilares, hay que advertir que López Aliaga es enemigo de la estabilidad política, un falso profeta del liberalismo económico, vocación por el monopolio económico, anti Estado, opositor al bienestar colectivo, apolítico, irrespeto por la vigencia de los derechos fundamentales. En suma, estamos ante el representante de una derecha extrema, teocrática y ultra conservadora.
Son varios indicadores, y no precisamente una opinión subjetiva o discrecional, los que evidencian la peligrosidad que supone una eventual llegada de López Aliaga al sillón de Pizarro. Sin embargo, aún tenemos un sector de la población que apostaría por este candidato aparentemente “bonachón” y que no entiende que la mano dura, el orden impuesto y no consensuado, el papel subyugado del Estado frente al mercado, la religión como ordenadora de la sociedad, son viejos rezagos decimonónicos que no se condicen con las nuevas transformaciones sociales, políticas y económicas.
Al tomar partido groseramente por una eventual vacancia de Sagasti, en virtud a su pésima gestión de la salud pública en un contexto de pandemia, se opone a la estabilidad del sistema político y sobre todo al texto constitucional que estipula causales expresas de vacancia, no siendo la ineficacia de gestión una causal constitucionalmente válida para el cambio de mandatario. Con este comportamiento, López Aliaga rechaza la Constitución Política, mostrándose renuente a cumplir con los postulados de un Estado constitucional. Si el Jefe de Estado está obligado a cumplir y hacer cumplir las leyes, López Aliaga no puede ser presidente.
Sabido es que un Estado con alto índice de recaudación tributaria posee mayores ingresos públicos, con los cuales se pueden implementar más y mejores políticas públicas en favor de la sociedad. Sin embargo, ¿cómo se denomina a quién le debe dinero al Estado?, ¿cómo se llama a quien no paga sus deudas tributarias? Para mí, la denominación que más encaja es la de “antipatriota”, pues en nombre del lucro se le priva al Estado de recursos que podrían aliviar la pobreza o la inseguridad ciudadana.
López Aliga, según información pública, le debe al Estado más de 25 millones de soles. En cualquier democracia avanzada, un deudor del Estado no podría contratar con ninguna administración pública, y menos ser candidato a la jefatura del gobierno. Si un empresario le debe al Estado, ¿cómo puede tentar la jefatura del mismo Estado?; si un empresario no ha tributado, ¿con qué criterio va a cautelar los recursos públicos?; si López Aliaga no cumple con sus obligaciones tributarias, ¿con qué autoridad moral plantearía elevar la tasa de recaudación o proponer una reforma tributaria?
Pero el tema tributario va mucho más allá que una deuda impaga y millonaria. La deuda debería ser ejecutada coactivamente por la SUNAT, en caso esté consentida, tal cual lo hace el ente recaudador tratándose de pequeños contribuyentes. En efecto, la sola existencia de una empresa offshore ubicada en un paraíso fiscal, encumbra a López Aliaga como un personaje que en la práctica complota contra nuestro Tesoro Público. No estamos solo ante una deuda tributaria, sino ante una vocación por la elusión fiscal, con lo cual estamos a años luz de un “empresario exitoso”, porque el éxito se consigue en buena lid, al menos aquél que merece orgullo, respeto y reconocimiento.
Pero, además, se cierne sobre nosotros una sombra de dudas o mentiras. ¿Por qué López Aliaga habría presentado al JNE una primera hoja de vida inexacta, para luego complementarla con otra? Un próspero empresario que dirige sus negocios con responsabilidad, ¿podría olvidarse de alguna participación social o accionariado?, ¿cuál sería el incentivo para declarar la propiedad de algunas empresas y no declarar otras?, ¿evitar que la ciudadanía conozca el caso de los Panamá Papers?, ¿no transparentar información sobre algunas empresas que no cumplen con el fisco? Sólo él lo sabe.
Y como cereza al pastel, la prensa ha reportado la declaración de un colaborador eficaz sobre una eventual participación de López Aliaga en casos que lindan con lo legal. En efecto, el colaborador identificado como 05-2016 habría declarado – durante la investigación que conduce la fiscal de lavado de activos Marita Barreto – que Orellana, cabecilla de una organización criminal, buscó “asesoría financiera” de López Aliaga y se reunieron en su oficina, razón más que suficiente para no votar por este personaje.
Lo demás es anecdótico, pero no menos importante: Sus conversaciones con la Virgen María; sus auto flagelos para controlar deseos sexuales naturales y normales; los discursos de odio en contra de las personas que tienen diferente opción sexual; su rechazo a un modelo económico liberal que promueva la competencia responsable y erradique el monopolio y las posiciones dominantes; el desconocimiento voluntario de un Estado laico; su abierta oposición a un rol protagónico y regulador del Estado para intervenir en la vida económica y social del país; así como su filosofía respecto al papel de la mujer en la sociedad y la vigencia de los derechos fundamentales, confirman la peligrosidad de esta candidatura, similar a Bolsonaro en Brasil, Trump en USA, el español Abascal de Vox o Le Pen de Francia.
Atravesamos una profunda crisis política y en medio de un proceso electoral que podría oxigenar nuestra situación y devolvernos algo de decencia moral, los personajes siniestros que se pintan de demócratas, pretendiendo engañar al electorado, empiezan a ser desnudados por la prensa independiente y por la sociedad civil. Mujeres, jóvenes, adultos mayores, abramos los ojos, no seamos estafados otra vez. Reitero lo expuesto anteriormente: En un país de sólidas convicciones democráticas e institucionalidad avanzada, López Aliaga no tendría opciones de ganar una elección municipal.
El caudal electoral de López Aliaga es Lima, circunscripción electoral que a la postre define una elección. Esta vez el soberano de la capital no se puede equivocar de nuevo.
Ya se equivocó cuando sacó a Urresti, presunto autor de asesinato, como el congresista más votado del país en la elección congresal extraordinaria 2020, y antes también se equivocó cuando sacó a Kenji como el congresista más votado del Perú.